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El Diablo en la Ciudad

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   El Diablo en la Ciudad por Gabriel Ramirez Acevedo Publicada en  Polis Poesía , Número 4, mayo 2025. Esta historia comienza como tantas: Un día se apareció el diablo. En un universo tan vasto, Satanás tiene una particular preferencia por este planeta desdichado. O a lo mejor es sólo el pobre diablo al que le asignaron la Tierra para atormentar y aún no tenemos registros de apariciones en otros planetas para comparar notas. Como en tantos otros relatos, en este él está tratando de hacer diabluras y se enfrenta a la inmensidad de la terquedad humana. La ciudad en la que está por aparecer el diablo es una urbe gris y lluviosa, en la que el frío de la mañana cala en los huesos y la niebla se demora en elevarse sobre los edificios. Como es de esperarse, el diablo no madruga. Los humanos se torturan solos y se echan cuentos para hacerse sentir mal si no se levantan antes que el prójimo, en una eterna carrera al revés contra el sueño. Y que quede constancia que eso no fue obr...

Submarinos y Conejos

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  Submarinos y Conejos por Gabriel Ramirez Acevedo Publicada en  The Madrid Review , Volume 2, Issue 2, 2025. Pág 34 – 35 Siempre tuve mucho miedo de copiar en un examen. O mejor, temía que me descubrieran en la trampa. En la escuela, cuando no sabía la respuesta de alguna pregunta y quería alargar la mirada para sacarla de la hoja de algún compañero, los nervios me carcomían. La respuesta estaba allí, pero el miedo a ser descubierto siempre podía más. Un día un amigo me contó que él pasaba por lo mismo. Teníamos 10 años. Él era el mejor de la clase en matemáticas y yo el mejor en inglés; si pudiéramos copiar el uno del otro, tendríamos siempre todas las respuestas correctas. Un dúo brillante. Pero ambos estábamos aterrados con la posibilidad de que nos fueran a atrapar. Como un par de pequeños criminales comenzamos a revisar nuestras opciones, para reconvenir un par de días después a intercambiar ideas ...  (continuar leyendo en la página de The Madrid Review )

Polishing Imperfection

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Polishing Imperfection by Gabriel Ramirez Acevedo As published in  Tint Journal, Issue Spring 2024 , ISSN: 2791-4801 Let me tell you this: I bet you wouldn’t really notice your body was running low on nutrients before you started feeling sick. I learned that from Clara about a year ago. She was the sixth person at my aunt’s crochet club I had visited that Sunday afternoon, going from house to house trying to make a sale. The scene varied little from one house to the next: a living room decorated with dozens of small ceramic animals; a husband grunting at a TV set in the next room; a low wooden table with a white crochet tablecloth; a steel tray with two giant mugs of strong coffee. And, as in every house, a couple of small, engraved silvers poons on the side, covered in brown rust stains. I was desperate for Clara to take the bait that day... ( continue reading on Tint Journal's website )

Mixtape

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Mix-tape by Gabriel Ramirez Acevedo First Place Writer’s Block Magazine Flash Fiction Competition 2021. As published in Writer's Block Issue 46 , Summer 2021   Michael sits cross-legged on the guest room’s wooden floor, facing a white ar­chive box marked with a big neon MTV sticker. He had briefly seen it twice before: once, in 2008, when Caril moved into his small studio in downtown Albany, and then years later when they scaled up to this townhouse just outside the city. He had asked what was in it and on both occasions she said they were old memories from “before his time”, with a sweet smile. He never saw the box again until he found it at the back of the closet today. It had been four sleepless nights, searching for a clue that would explain something, anything, of why she was simply gone. He opens the box and finds an old Walkman with a black cassette and some cheap headphones wrapped around it. He hasn’t seen one in decades. He unwinds the cable and turns the player a...

Don Mario

View this post on Instagram A post shared by María José Ramirez (@majoram) Foto por María José Ramírez Don Mario tenía casi 2 metros de gallardía y altura, y una sonrisa desdentada pero igual en tamaño. Cuidaba los carros que estacionaban alrededor de un parque con estación de policía, donde detuvo, naturalmente, más robos que la misma autoridad. Cuando alguien le esquivaba la mirada para no darle una moneda, preguntaba: "¿Usted de casualidad no estudió conmigo en el José Joaquín Casas?", abriendo una grieta sísmica a los pies de los bogotanos que creen que dinero, clase y colegio son una trinidad indivisible. Me contaba que en una época había tenido una gran casa, familia y trabajo, "de esos importantes en el Sears". Decía que la droga lo había acompañado desde muy joven, pero que lo que lo empujó al abismo fue la incomprensión de la gente a su alrededor. En la caída saltó de casa en casa y de calle en calle, hasta que el agujero negro del C...

Luxor

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Sirena del Nilo Nos saluda el majestuoso Nilo mientras intentamos huir de otra burbuja más, otro castillo de cristal que, aunque es lo que nos ha permitido llegar hasta aquí, nos aburre en su monotonía insípida. Atravesamos ésta y siete murallas más que nos separan del frío nocturno y del olor del río, tan lleno de magia, queriendo purificarnos bajo la luna creciente que ilumina a través de unas milenarias ruinas. Todo lo que queremos es sentir el palpitar de la ciudad, aspirar profundamente el aliento de sus calles y el sonido de sus gentes. Se nos abren las puertas poco a poco, no sin dificultad, para poder adentrarnos en la fortaleza; como una caravana de extranjeros a los que se les codicia y se les desprecia al mismo tiempo, pero a los que lentamente se les descubre como iguales, mientras nos quitamos pesadas máscaras y oscuros velos. Se escuchan entonces melodías desconocidas que provienen de un oscuro callejón del bazar. Al acercarnos, de la penumbra aparecen cientos de mano...

Esperanzas Enfundadas (cuento)

Se sienta en la mesa del comedor y repasa una vez más la lista, para que no se olvide nada. Dos fotos en tamaño 5x5 con fondo blanco. Las toma entre sus dedos y se observa ridículo, de traje y corbata, tratando de mostrar con su expresión la seguridad y la idoneidad esperada, pero que ahora parece más la expresión de un convicto recién llegado a la estación de policía. ¿Las fotos deben pegarse a la hoja? ¿Graparse o anexarse con un gancho? Tal vez sea mejor si van sueltas dentro del sobre amarillento. Por si las dudas llevará un gancho y goma para decidir a la mañana siguiente. Ahora el formulario. Revisa punto por punto. Retiñe con su lapicero las palabras que cree han quedado poco legibles; eso se puede prestar para malas interpretaciones y eso es lo que menos quiere. Relee las preguntas y siente que algunas respuestas pueden estar mal. ¿Mal? Sí, como en los exámenes de la escuela en los que las preguntas estaban hechas especialmente para que cayeran los desprevenidos y no para med...