Don Mario
View this post on Instagram A post shared by María José Ramirez (@majoram) Foto por María José Ramírez Don Mario tenía casi 2 metros de gallardía y altura, y una sonrisa desdentada pero igual en tamaño. Cuidaba los carros que estacionaban alrededor de un parque con estación de policía, donde detuvo, naturalmente, más robos que la misma autoridad. Cuando alguien le esquivaba la mirada para no darle una moneda, preguntaba: "¿Usted de casualidad no estudió conmigo en el José Joaquín Casas?", abriendo una grieta sísmica a los pies de los bogotanos que creen que dinero, clase y colegio son una trinidad indivisible. Me contaba que en una época había tenido una gran casa, familia y trabajo, "de esos importantes en el Sears". Decía que la droga lo había acompañado desde muy joven, pero que lo que lo empujó al abismo fue la incomprensión de la gente a su alrededor. En la caída saltó de casa en casa y de calle en calle, hasta que el agujero negro del C